A los niños les encanta aprender. Es una acción tan
natural como respirar. Nacen con una sed intensa de aprender, explorar el mundo
que les rodea, y examinar lo que les es interesante. Ellos aprenden siguiendo
sus intereses. Ese es el patrón con el cual los seres humanos aprenden y lo
siguen haciendo así por el resto de sus vidas. Las familias que educan en el
hogar aprenden en conjunto y reconocen que el aprendizaje se lleva a cabo
durante toda la vida.
Si los padres conviven con sus hijos, los
progenitores fijan los límites adecuados y la estructura del comportamiento de
sus hijos influyendo positivamente en la solución de problemas y la disminución
de trabas emocionales tales como la tristeza, el aislamiento social y la
ansiedad (Lisa Serbin)
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